lunes, 9 de febrero de 2015

Escuela de padres : resolución de conflictos.




Buenas tardes, os dejamos con un artículo muy interesante sobre la resolución de conflictos. 

Un saludo.


Es bueno que los niños desde la edad preescolar comiencen a solucionar problemas del día a día que les ayude a ser más autónomos y a pensar en alternativas para llegar a un determinado objetivo. La resolución de problemas en la infancia es esencial para evitar la sobreprotección que muchas veces generamos los adultos sobre los niños (pensando que no son capaces de tomar algunas decisiones adaptadas a sus posibilidades), al igual que es muy positiva para aumentar su autoestima y la confianza en sí mismos. Autores como Shure y Spivack estudiaron la importancia de enseñar a los niños a solucionar problemas cotidianos, ya que, además de todo lo anterior, fomenta las habilidades interpersonales en los niños y reduce la impulsividad. Pero, ¿cómo se hace?

 

Antes de los cuatro años, los niños no son capaces de ponerse en el lugar de las otras personas. Creen que 
todo el mundo siente y piensa como ellos. Hasta los cuatro años de edad no adquieren esta facultad denominada "Teoría de la mente". Pero antes de esta edad y, por supuesto, después de los cuatro años, podemos, y es muy recomendable, trabajar técnicas de solución de problemas con los niños, que les ayude a entender las emociones propias y ajenas.

Estos autores desarrollaron una técnica de solución de problemas eficiente para desarrollar las habilidades de los niños entre uno y seis años para pensar y resolver problemas de la vida diaria. La técnica consta de tres fases:

1- Enseñar a los niños palabras y frases cortas que les ayude en su día a día a resolver pequeños problemas (un niño le quita un juguete, le han pegado, necesita algo, quiere ir al baño...). Frases cortas y palabras sencillas le ayudarán a memorizarlas y poderlas reproducir ante el problema. Por ejemplo, "no me gusta", "quiero...", "necesito...".

2- Se generan conversaciones con el niño con el apoyo de dibujos, películas o juguetes que le gusten para enseñarle que otros niños o los adultos sentimos y pensamos de forma diferente los unos de los otros. Le podremos decir que la mejor forma de fijarnos en cómo se sienten o qué les gusta a los otros es mirar qué hacen, escuchar lo que dicen y preguntándoles. Debatiendo con él a la par que jugando conseguimos que empiece a entender que los demás pueden sentir, actuar y pensar de forma diferente a nosotros o entre ellos.

3- A través de dibujos o muñecos podemos representar las situaciones que él debería resolver en su vida diaria. De esta forma, busca la solución del problema de su muñeco (que es el mismo que podría tener él), busca opciones, alternativas hasta que llega a la solución de aquello que necesita resolver por sí mismo. Para ello, nosotros tendremos que jugar con él/ella y exponer las diferentes opciones que se va a encontrar en la vida diaria.

Una vez realizadas estas fases, os recomiendo que practiquéis en la vida real las soluciones que el niño ha encontrado en el juego.

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